Opinión
Columna: Los médicos estamos para sanar
Soy médico por vocación. Y con más de 40 años de practicar veo que la comunidad a veces es indolente ante una profesión que debe tratar con muchas enfermedades que pueden acabar con la vida de un enfermo.
Soy médico por vocación. Y con más de 40 años de practicar veo que la comunidad a veces es indolente ante una profesión que debe tratar con muchas enfermedades que pueden acabar con la vida de un enfermo. Hace pocos días vino un señor de 49 años, diabético, hipertenso, con una presión de 200/110 y más de 200 de glicemia. Llegó inconsciente, se lo operó y, sin embargo, falleció.
Imagínense un paciente que llegue caminando y el derrame cerebral le da en un hospital. Si el médico no tiene una buena respuesta la gente dirá que el galeno lo mató. En toda acción médica hay riesgos porque no hay enfermedades, sino enfermos. Hay dolencias graves como la meningitis que pueden acabar con el enfermo en pocos días, por no hablar de las reacciones alérgicas, las he visto con casi todos los remedios. Si está “salado” le da un shock anafiláctico y el paciente fallece, aquí o en cualquier parte del mundo.
El médico no mata, salvo que esté loco... Lo que mata son las enfermedades, el puñal, la bala. Hace pocos años, un doctor en Quito por querer salvar a una persona lo condenan a la cárcel, cometiendo una grave injusticia. Los médicos vivimos con la oración en los labios y pidiendo a Dios que no nos asignen pacientes que estén gravemente enfermos. No pedimos impunidad, pero tampoco injusticia.