Opinión
Columnas: Problemas del Gran Guayaquil
Han pasado POCOS días de la posesión del nuevo jefe de Estado, Lenín Moreno, y creemos prudente dejar pasar unos días antes de analizar, fríamente, la forma cómo se vislumbra el panorama nacional.
Han pasado POCOS días de la posesión del nuevo jefe de Estado, Lenín Moreno, y creemos prudente dejar pasar unos días antes de analizar, fríamente, la forma cómo se vislumbra el panorama nacional. Hasta tanto, insistamos, más bien, en tratar temas que atañen directamente a lo que llamamos el Gran Guayaquil, que no es solo nuestro cantón en sí, sino también el vecino Durán, el recinto La Aurora del cantón Daule, La Puntilla de Samborondón, etc., cuyos habitantes -en su gran mayoría- tienen similares aspiraciones y problemas que quienes habitamos en la urbe propiamente dicha, pues la enorme mayoría trabaja en esta ciudad en labores de lo más diversas, y viven ya sea en costosas ciudadelas cerradas o en modestas barriadas. En realidad, todos, o casi todos, se sienten muy guayaquileños.
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ANTES DE EXIGIR una mayor atención a las autoridades locales ante tantos problemas del día, hagamos una especie de examen de conciencia, y meditar qué podemos hacer nosotros por Guayaquil, cómo contribuir a combatir tanta anarquía y el contagioso quemeimportismo que no controlamos, sino todo lo contrario. Quienes manejamos carro, ¿respetamos los límites urbanos de velocidad en las calles? ¿Damos preferencia a los peatones en las bocacalles o al pie del semáforo? ¿Evitamos pitar a cada rato y con cualquier pretexto? ¿Utilizamos los obligados pasos peatonales con el cuento de que estamos apurados? El tema no lo parece, pero merece meditación.