Opinión
Columnas: Brittany
Brittany tenía once años y estaba en octavo de básica. El viernes pasado, al mediodía, cinco compañeros la agarraron en el colegio.
Brittany tenía once años y estaba en octavo de básica. El viernes pasado, al mediodía, cinco compañeros la agarraron en el colegio. La amarraron de pies y manos, le taparon la boca con una toalla y le cayeron a golpes en la cabeza. Fueron cuatro niñas y un niño. No había ningún profesor o inspector presente, nadie la ayudó.
El sábado Brittany dijo en su casa que le dolía mucho la cabeza. La llevaron al centro médico, allí le dieron paracetamol y la mandaron a casa. Pero el dolor aumentó, las pastillas no hicieron efecto, vomitó, empezó a convulsionar y perdió el sentido. La llevaron al hospital donde entró en un coma del que ya no salió.
Brittany murió el domingo de noche, entubada e inconsciente; a una hora en la que otros niños, tal vez sus victimarios, están preparándose para un lunes de clases.
Los médicos establecieron que Brittany murió a causa de un derrame cerebral, se le reventó una arteria. Sus padres piensan que pudo haber sido causado por la golpiza. Denunciaron a los agresores de Brittany en la Fiscalía.
Duele escribir esto, pero duele más constatar que en ese mismo colegio el año pasado un alumno se suicidó porque era víctima de acoso constante.
El acoso escolar mata, es un problema serio y no le estamos dando la atención para prevenirlo. El sistema escolar le dedica más tiempo a controlar la libertad estética de sus alumnos, que a protegerlos de muerte, violación o abuso.