Opinión
Columnas: Palos de ciego
Rafael Vicente se negó a cruzar el “gran charco” y se quedó nomás en Bélgica, sin presentarse ante la jueza que lo había convocado en Quito, para declarar en el consulado de Bruselas, dando su versión sobre el secuestro fallido de Fernando Balda. Es decir, sin responder a pregunta alguna. Pretendió así, con la tecnología de punta, cambiar el “vis a vis” por el “control remoto”.
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Ante esta manera de declararse como “gran ausente” (queriendo quizás copiar el alias que en sus tiempos se ganó Velasco Ibarra) los abogados de Balda le pidieron a la jueza Camacho que considere al expresidente como un “prófugo de la justicia”. Y dicte una urgente orden de captura, queriendo que siga el destino de quien fuera su compañero de fórmula, Glas, ahora cumpliendo 6 años de “capacha”.
La orden de detención contra Correa tendría repercusión internacional.
Siendo así la cosa, deberían intervenir los órganos internacionales de Justicia. Lo cual permitirá que en este caso se le dé “tiempo al tiempo”.
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Además, han caído en el país muy mal las declaraciones -no judiciales, sino personales- que Correa hizo como preámbulo a lo que confesó en la capital de los belgas (que sorpresivamente le ganaron a los hijos de Sol Naciente luego de ir perdiendo dos a cero en el Mundial) afirmando que “la discapacidad física de Lenín lo había convertido en traidor al correísmo”. ¡Un gesto ruin de Correa!
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Guillo Lasso se anotó un poroto al enviar al Primer Mandatario su caballerosa solidaridad ante estas palabras tan torpes de su antecesor. Ello, pese a las diferencias políticas que el fundador de CREO tiene con el régimen de Lenín.