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Diario Extra Ecuador

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Por Juan Manuel Yépez - @juanmayepez

La valentía del pueblo cuencano se evidenció el pasado martes, cuando las calles del centro histórico de la ciudad austral se llenaron de manifestantes que gritaban “no más abuso infantil”. Se trató de una marcha masiva para decirle basta al silencio de quienes han sido víctimas de todo tipo de agresiones sexuales. En este caso, los ciudadanos rechazaron la figura del sacerdote César Cordero Moscoso, quien habría abusado de algunos niños en su habitación, a donde supuestamente los llevó bajo el engaño de enseñarles catecismo. Hasta el momento, la reacción de la Iglesia no ha estado a la altura de las circunstancias, una vez que sus voceros han señalado, se esperarán los resultados de la investigación para definir el futuro del curita en cuestión. ¿Hasta cuándo tanta investigación, mientras los afectados claman por justicia? Es verdad que todos tenemos el derecho a la defensa, pero es muy improbable que los afectados mantengan esta indeclinable postura solo para afectar la honra del clérigo. Los relatos de quienes han vivido este tipo de tragedias en nombre de la religión son estremecedores. Lamentablemente el caso morlaco no es el único. En Guayaquil, Fernando Intriago también fue señalado como el presunto autor, no solo de abusos sexuales, sino de tortura al promover entre una docena de seguidores la denominada ‘Dinámica del pecado’, que, según ellos, consistía en amarrarlos para luego golpearlos y electrocutarlos. Frente a ello, es necesaria una política de transparencia en las instituciones religiosas para resolver estos casos por el bien de la fe católica, tan venida a menos en los últimos tiempos.

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