El bullado caso de Julian Assange

Cuando la historia de las comunicaciones recoja la etapa moderna, seguramente ubicará a Julian Assange como un “libertador cibernético” él, como un conspirador poscolonial parecido a la revolución que produjo la imprenta que con la difusión masiva desintegró el oscurantismo de la Edad Media.

Ahora, él desnuda la parte antiética norteamericana en sus guerras; por eso se las “tienen jurada”, ya que ha filtrado al mundo más de un cuarto de millón de documentos secretos. Es figura mundial que lucha por la transparencia en la información planetaria, ha recibido varios premios como el “Sidney Peace Foundation Gold Medal”, por su “excepcional coraje e iniciativa en la búsqueda de los derechos humanos”, premio que solo han recibido el Dalai Lama y Nelson Mandela.

Pese al entramado que se ha tejido en torno a él para “jalarlo” a los Estados Unidos para que pague su osadía, Ecuador entró a las “grandes ligas” de la geopolítica mundial hace más de 5 años dándole asilo y protegiendo su derecho más básico: el de su vida.

Assange es también enemigo de las grandes corporaciones, que están en guerra por la hegemonía y la apropiación de los mercados y recursos naturales del planeta.

Los que hemos dejado atrás el provincialismo político y mental, también los que hemos perdido el miedo estamos a favor de que Assange tenga nuestra ciudadanía.