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Diario Extra Ecuador

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Fue dramático ver a decenas de personas matándose por recolectar un poco de agua. Parecía una escena digna de un país en estado de sitio, sin servicios básicos ni atención prioritaria. Niños, mujeres y hombres sacaban cualquier recipiente con el fin de recoger el líquido que solo les serviría para labores de limpieza y no para el consumo humano. Esa fue la tónica la tarde y noche del miércoles pasado en el sector de Bastión Popular, en el norte de Guayaquil, donde literalmente se inauguró la feria del agua. Resulta que, como de costumbre, 80 sectores de la ciudad se habían quedado sin servicio por la clásica fuga en un acueducto, lo que dificultó las labores domésticas de miles de sedientas familias. Pero de pronto, una de las cajas se abrió supuestamente para destapar las cañerías y el agua comenzó a fluir a borbotones hacia la calle. Las personas llegaban desde Bastión, Mucho Lote, Los Vergeles, entre otros sectores, como si escaparan desesperadamente de una sequía interminable en pleno siglo XXI. No es justo que los guayaquileños tengan que pasar por esta situación varias veces en el año por el mal estado de las tuberías. Es hora de que los responsables tomen en serio las cosas y resuelvan los problemas de una buena vez. Lo peor es que no hay con quién quejarse, porque todo lo atribuyen al paso del tiempo, a la falta de mantenimiento de otras administraciones, en fin. Como la paciencia se acaba, es inadmisible que, a estas alturas, la urbe más grande del país tenga que seguir soportando la desidia de quienes ganan dinero para garantizar calidad de vida.

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