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Diario Extra Ecuador

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Con cierta dosis de perversidad infantil entre amigos y conocidos recuerdo nos “cargábamos” contra el más débil o al diferente; era el juego del “carga montón”. Hoy, la perversidad no solo se ha vuelto más

peligrosa, destructiva, sino que se ha multiplicado por mil, gracias a las redes sociales.

Ahora el ser humano “vive” en Internet y también insulta en Internet, y lo peor, es más letal porque es anónima, y esta impunidad hace que el acto sea aún más cobarde.

Hemos visto que en el Internet una mentira o una media verdad mezclada con perversas falsedades se “dispara” más rápido porque cualquiera la puede crear por la rapidez de las conexiones de las redes, y como mucha gente buscan informaciones que solo confirmen sus afectos y desafectos, así, casi sin leerlos los reenvían, convirtiéndose en tontos útiles de intereses de terceros. Un ejemplo reciente: muchos “trolls” políticos amplificaron la “información” de unas contrataciones de obras ilegales por parte del prefecto Jairala, cuando los expertos en contratación pública señalaron que NO había tal delito, pero el daño queda hecho.

Debemos acabar definitivamente con la impunidad del anonimato en Internet, las leyes deberían restringirles el acceso a las redes a los infractores.

La anarquía es fatal para la próxima campaña electoral. La difamación debe castigarse dentro o fuera de la red. El Internet debe madurar como plataforma de comunicación.

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