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Diario Extra Ecuador

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La reforma al reglamento general de la Ley Orgánica Integral para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres ha herido las susceptibilidades de quienes tienen reparos a lo que se conoce como ‘nuevas masculinidades’.

El hecho de que se quiera erradicar desde el sistema educativo ese tedioso, anacrónico y, por lo demás, falso sentido de superioridad de los hombres ante las mujeres merece un aplauso de pie. Es hora de derrotar esos discursos machistas que tanto daño han hecho a las sociedades modernas y que se han traducido en miles de casos de femicidio en el mundo. Por eso no entiendo el recelo que le tienen a que en las mallas curriculares de escuelas y colegios “se incluya la igualdad entre hombres y mujeres en todas las esferas políticas, económicas y sociales”.

Personalmente sostengo que todos debemos ser tratados como iguales, sin importar el sexo, género, religión y raza. El sentido de superioridad en cualquiera de estos aspectos no es sino un complejo primario de quienes se sienten disminuidos en su trato con la sociedad. Estas personas deben buscar ayuda psicológica urgente porque están incapacitadas para relacionarse.

Qué bueno que los niños entiendan que ni el hombre es el fuerte, ni la mujer la débil y que llorar en público, lavar los platos, cumplir con las responsabilidades en la casa, entre otros aspectos más profundos, no les quita su condición de varones.

Pero lo más importante es que sepan que ellas tienen los mismos deberes y derechos que cualquiera de nosotros, así que dejémonos de complejos y asumamos el reto de una vez.

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