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Opinión

El miedo viaja en taxi

La inseguridad le pasa factura todos los días al sistema de transporte público en Guayaquil. Los delitos ya no solo se cometen en buses, taxis piratas o en vehículos cooperativizados, sino también en los que supuestamente trabajan con aplicaciones móviles. Hace varios días, una joven que usó este método de transporte denunció en la Fiscalía a un extranjero que se hizo pasar por el chofer que la llevaría a su destino, pero que abusó de ella tras amenazarla de muerte con un arma de fuego. Aquí cabe preguntarse, ¿cómo supo el sujeto que la estudiante había ordenado una unidad? Por suerte, la Policía logró capturarlo y llevarlo ante las autoridades. Sin embargo, este hecho pone en vilo a muchas chicas que ya no se sienten a salvo en estos autos. Una de ellas escribió un tuit en el que narra el terror que sintió al subirse a un taxi por la noche, el cual siguió una ruta desconocida para trasladarla hasta su domicilio. Gracias a Dios no fue víctima de ningún delito, pero la paranoia la acompañó durante todo el recorrido y así no se puede vivir. Es inaudito que transportarse en esta ciudad sea un suplicio.

Las cosas han llegado al punto de que a los delincuentes ya no les importan ni las cámaras de seguridad para cometer sus fechorías rompiendo las ventanas de los carros para llevarse su botín. Cuando los niveles de desconfianza suben, los ciudadanos reaccionan al mínimo movimiento extraño, lo cual puede terminar en una cacería de brujas. Urge trabajar en campañas para devolverle al ciudadano la confianza en la movilidad.