Opinión
Las lluvias y más de lo mismo
Es la misma historia de siempre. Los primeros meses del año llueve a cántaros en la Costa ecuatoriana y muchos sectores urbanos y rurales se convierten en enormes piscinas, lo que perjudica a miles de familias que se arman con recipientes como si se tratara de un barco que se hunde con todos los tripulantes a bordo.
Pese a que esto ya se sabe, ninguna de las autoridades pueden evitarlo, tal vez por falta de previsión o simplemente porque están convencidos de que es imposible luchar contra la naturaleza, así que las ciudades y pueblos se seguirán inundando hasta que suceda un milagro o que algún iluminado encuentre la fórmula mágica para palear con éxito el fuerte temporal.
Me pregunto ¿qué han hecho las distintas dignidades para mejorar la calidad de vida de la comunidad?
Da coraje ver cómo muchos políticos, que hoy hasta buscan reelegirse, se pasean por los barrios ofreciendo luchar contra la corrupción, construir escuelas, colegios, hospitales, bajar las multas de tránsito, entre otras promesas que se diluyen con el tiempo, pero ninguno dice cómo, cuándo y dónde.
Incluso hasta caminan por las calles anegadas repitiendo el ritual más puro de la demagogia para saludar a los vecinos, que los miran con recelo porque saben que nunca más regresarán por ahí. ¿Cómo se atreven a burlarse de las legítimas aspiraciones de la gente que lucha por vivir en un lugar decente? El único castigo por esta afrenta sería no votar por ellos y mandarlos a sus casas que, estas sí, jamás se inundan.