Opinión
Columna: Mala nota en servicio al cliente
Uno de los síntomas del subdesarrollo es la incapacidad que tiene la gente para comunicarse. Este problema es más frecuente de lo que pensamos y el causante de conflictos innecesarios que se pueden evitar si intentáramos entender al otro. Eso se llama alteridad y muy pocas lo practican.
Ocurre con frecuencia cuando ingresamos a un local para comprar algún producto y el dependiente nos recibe con cara de pocos amigos, como si le fastidiara la presencia de quien necesita de sus servicios. En lugar de saludar, lo primero que se escucha es un áspero “¿qué desea?”, lo que de entrada construye un muro entre cliente y vendedor.
La situación se pone más tensa cuando la indecisión invade el ambiente y el encargado de satisfacer esa necesidad comienza a expresar su impaciencia. “¿Va a comprar o no?”, responde la persona en cuestión, que prefiere poner mala cara en lugar de darle opciones a quien le paga el sueldo. Y la gente sale del lugar molesta, confundida por la mala experiencia y sin ganas de regresar. Perfeccionar el servicio al cliente es una de las deudas más grandes que existen en el país, ya que de eso depende el éxito de las empresas. La mala reputación puede ser la causante de incalculables pérdidas que serán difíciles de revertir, por lo que es hora de que pensemos en que la gente no les está haciendo un favor al comprar sus productos, sino que paga por ellos y por un servicio de calidad, así que merece respeto. Que no se les olvide.