Otro presidente que

Como una inmensa mancha de aceite, la corrupción se extiende de norte a sur y de oeste a este en la América Latina.

Acusados de actos indebidos que tienen que ver con la honestidad, consta la expresidenta de Argentina, Cristina Fernández; el expresidente de Brasil, Lula Da Silva, y ha sido prácticamente destituido de la presidencia del Perú al que llaman Pepe K.

En Ecuador la corrupción ha hecho presa de ministros y altos dignatarios del Estado. No se explica cómo es posible que una mancha tan negra pueda invadir todos los sectores administrativos de América del Sur.

Porque también en Venezuela y Colombia se procesan juicios que tienen que ver con la deshonestidad y la corrupción administrativas.

Nunca antes había ocurrido cosa semejante, y no es que digamos que no hubo corrupción, que sí la hubo, pero no ni tan extendida ni tan profunda como ahora.

Para detener esta ola maligna hace falta una formación más severa, pero lo peor es que también en el sector de la justicia hay corrupción y, por tanto, nadie puede garantizar que los corruptos sean sancionados con todo el rigor de la ley.

En el Ecuador la corrupción ha sido de tal grado que casi no hay un segmento administrativo que no esté manchado con esa terrible realidad.