Opinión
Editorial : El debate presidencial
No existe un camino para activar victoriosamente las candidaturas presidenciales. Y no aquí, sino en países de tan sólida democracia liberal como Estados Unidos, donde la candidata demócrata derrotó claramente al republicano en todos los debates, y al final cayó derrotada en las elecciones indirectas que designan al Jefe de Estado.
Sin embargo, es una manera de presentar a los candidatos, dando un punto de reflexión a los votantes.
Lo del miércoles último, sin embargo, acentuó lo que se venía sintiendo: El ausente candidato oficial deja dudas sobre sus aptitudes para gobernar, pues su mayor capacidad se resume en cierta actividad a favor de los discapacitados, tanto aquí como en Ginebra, una de las ciudades más caras del mundo y donde cumplió una representación de la ONU, pero pagada con fondos del erario ecuatoriano.
En todo caso, el debate es una guía para convencer a los indecisos, que hasta hoy parece que son la mayoría para las elecciones del 19 de febrero y en cuyo proceso las encuestadoras tienen diferencias que confunden más al votante. Por eso, un candidato presidencial decía que solo cree en las encuestas de carne y hueso...