Editorial

Pasión y muerte

Jesús fue apresado y luego torturado brutalmente por  sayones que obedecían consignas de los sumos sacerdotes. Fue azotado y vejado. Se le puso una corona de espinas y se colocó en sus manos ensangrentadas un cetro de burla. Después se le hizo cargar una pesada cruz en su camino hacia el Calvario y, finalmente, fue crucificado  quedando pendiente de la cruz durante largas horas, hasta que la lanza de Longinos, comprobó su muerte. La tierra se entenebreció y pareció que el mundo acabaría en la oscuridad.
Antes, Poncio Pilatos, el gobernador romano, pidió una alcofaina con agua para lavarse las manos, mientras decía que no era de su responsabilidad la muerte de este justo.
Las santas mujeres, es decir su madre y María Magdalena con Juan, el discípulo amado, bajaron el cuerpo de Jesús de la cruz y procedieron a su sepultura, con el concurso de José de Arimatea, un rico amigo del Maestro.
Así transcurrió el día más importante de la historia humana, porque el sacrificio de Jesús fue el comienzo de la redención del hombre y la mujer, condenados por su pecado original por lo que fueron echados del Paraíso terrenal.

 

El Viernes Santo y las vacaciones

Terminada la Cuaresma Cristiana, que se inició con el Miércoles de Ceniza, es decir 40 días antes, una vez concluídas las húmedas fiestas de carnestolendas, con el Rey Momo a la cabeza, la Semana Santa se inició el pasado Domingo de Ramos y ahora estamos, digamos, en su día crucial o emblemático ya que fue en un Viernes (ahora considerado Santo) en que el Mesías que llegó a Jerusalén, después de larga espera (tal como ya lo había anunciado el Viejo Testamento bíblico) aclamado con “vivas” y otros entusiasmos por el pueblo de Jerusalén, pocos días después iba a ser traicionado por ese mismo conglomerado que  prefirió salvar a Barrabás, luego de la famosa pregunta de Poncio Pilatos (quien luego se lavaría las manos para limpiarse de una posible culpa) y mandar a Jesús a la muerte mediante el procedimiento de la crucifixión que tanto se usaba en tiempos del Imperio Romano contra los rebeldes y revolucionarios (que en el caso de los nacidos y vividos en territorio hebreo eran “zelotes”).
Siendo que la gran mayoría del pueblo ecuatoriano, como en el resto de América Latina, es católica, apostólica y romana, en estos días de la también llamada Semana Crismal, se incorpora a los ritos de la Iglesia con misas, procesiones y memorias de la Pasión. Aunque muchos católicos prefieren, más bien, tomar este “puente vacacional” para descansar y hasta divertirse, la mayoría en los bellos balnearios. Y de aquí no hay vacaciones largas hasta julio próximo. (FCV)