Opinión
Editorial
Las marchas y los plantones
Casi ocurren como los inviernos, pues parece que tienen fechas y plazos determinados. La anterior etapa terminó impensadamente con la visita del Papa. La de hoy que se inició casi al finalizar la semana, no se sabe cuánto durará. Talvez hasta que se solucionen los problemas, es decir se instalarán para siempre, pues los problemas de todo orden, económico, político, de seguridad pública, de falta de honradez, no tienen fecha determinada para acabar. Son permanentes. Pero entre marchas, tarimas y concentraciones se va adormeciendo la protesta que, además, está restringida porque hay en el ambiente el temor de que se la criminalice y sea sometida a la justicia penal. Sin embargo, la gente acuciada por sus necesidades insatisfechas y sus problemas sin la debida solución, sale a las calles para desfogar sus angustias y sus miedos por un futuro que no ve claro, aunque en la vereda de enfrente haya muchos satisfechos que van a corear respaldos y a expresar su alegría porque tienen la certidumbre de que todo va bien. El país está dividido sin que se sepa quién tiene más, muchísimos más. Aunque esto no es lo que importa, pues lo importante es quién tiene la razón.
Reformas Tributarias
En los últimos seis años el gobierno de turno ha aprobado 9 reformas tributarias. En enero del 2015 entró en vigencia la novena, y un año después en la Asamblea Nacional con “carácter de urgente” se está tramitando un nuevo paquete que incluye el aumento de impuestos a sectores que han sido afectados en reiteradas ocasiones. Según cifras de la Cepal, en el 2010 la carga tributaria era del 19,7% del PIB, mientras que en 2007 era del 14,4%. Ante la caída de las principales fuentes de ingreso, como remesas, precio del petróleo, exportaciones de productos tradicionales, etc., el gobierno encontró en la recaudación fiscal y el endeudamiento externo la receta más inmediata para paliar la falta de dólares y continuar con el ritmo de gasto e inversión que se instauró en el país tras la última bonanza petrolera. Justamente esta bonanza le permitió al gobierno trabajar holgadamente y concentrar el empuje económico del Estado, dejando de lado la necesidad de estimular el crecimiento del sector privado. Ante la situación que se vive actualmente, que debemos reconocer es una crisis, de manera inmediata se deben volcar los esfuerzos a reactivar la producción nacional para generar fuentes de empleo, y no continuar introduciendo nuevas reformas que solo frenan el desarrollo. El aparato estatal no puede continuar viviendo de los ciudadanos, por lo tanto el gasto público no puede cubrirse por encima de las necesidades de los ecuatorianos.