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Opinión
Editorial
Sufrir y callar
Varios ciudadanos, angustiados por la falta de agua y alimentos, gritaron pidiendo el líquido, mientras el presidente Correa recorría una zona del desastre sísmico. Él se molestó y dijo que se callen o irían detenidos. El hecho demuestra que tanto las víctimas del terremoto como el mismo Jefe de Estado han visto alterados sus nervios como consecuencia del desastre calificado como el peor que ha sufrido nuestro país en los últimos 70 años.
Es comprensible la reacción tanto de los ciudadanos como del gobernante, solo que se deben dar muestras de serenidad y comprensión, pues lo que ocurrió en Manabí y en otras provincias de la Costa es de una magnitud impresionante, como el mismo presidente ya lo ha señalado.
Tragedia tan grande como un terremoto causa consecuencias que no solo son la destrucción y hasta la pérdida de vidas humanas, sino también el desabastecimiento de bienes esenciales para vivir, como el agua y los alimentos. Hay que comprender la desesperación de los que sufren su escasez, pues sin agua y sin alimentos la vida peligra y la angustia hace presa de quienes la padecen.
...¿Mantener la serenidad?...
Pasados varios días del terremoto último que dejó un saldo devastador, he escuchado que, pase lo que pase, “no se debe perder la serenidad”. Quienes esto expresan, tienen toda la razón. La serenidad debe ser lo básico para tomar decisiones.
Pero me pregunto, ¿se puede tener serenidad cuando uno se bambolea al ritmo del sismo? Se me responderá que sí, pues yo lo experimenté en un piso bajo y “al tiempo que bailaba”, veía cómo se movían las lámparas, los ventiladores y traqueteaban las uniones de la casa de dos plantas, de cemento.
Estaba solo y, quizá eso me dio la serenidad que se pide cuando surgen estos imprevistos... ¿Pero cómo reaccionará una madre o un padre al ver que su hijo se cae o pugna por salir, ante los gritos que se escuchan de afuera?..
Considero que algo básico que debe haber en toda casa, grande o pequeña, es un botiquín con lo básico para atender una herida e instruir a toda la familia que ese botiquín es exclusivamente para casos de emergencia y que nadie puede tocar nada de allí.
Que se necesitan nervios de acero, no lo discuto. Es preferible que un padre o una madre pegue un “carajo” para que nadie intente salir de la casa, pues el peligro está en la calle donde alguien puede ser atropellado o tropieza con algún cable con electricidad, y allí sí termina todo...
Vicente Flores L.