Opinión
Editorial
“Tu siglo se muere...”
El poeta José María Egas escribió, hace un largo tiempo, un poema que decía “Tu siglo está loco, Señor Jesucristo. Tu siglo se muere de un mal imprevisto”. Pero el mal señalado no era el que ahora está matando a los pueblos y a sus altos dirigentes.
Corrupción universal en el deporte más popular, como el FIFAGate que afecta a la Ecuafútbol, con Vinicio Luna y otros. Corrupción en Brasil, que salpica a uno de los líderes más aclamados, Lula, y a su sucesora Dilma. En Argentina, que está llena de corrupción en más de una década en la cual dominaron Néstor Kirchner y su esposa Cristina. Y Néstor tiene una estatua, la única en ese suntuoso edificio que la generosidad del Gobierno ecuatoriano construyó para sede de Unasur y al precio de 43 millones de dólares, extraídos de la gran bonanza petrolera. Ni hablar de Venezuela...
Y ahora los ‘Panama Papers’, donde centenares de personas influyentes, dirigentes políticos, especialmente, figuran con presuntos actos de corrupción. El siglo que se moría, como dijo el poeta, no era lo señalado por él. Lo que mata al siglo que recién comienza es la corrupción, que parece no tener límites.
Día de la Madre
Citando unas líneas del poema de Mario Benedetti, ‘Las manos de mi madre’: Manos celestes, manos milagrosas hacen que en mi sombra me florezcan estrellas. Para el dolor, caricias; para el pesar, unción; ¡Son las únicas manos que tienen corazón! ¡Las manos de mi madre saben borrar tristezas! ¡Las manos de mi madre perfuman con terneza! Desde esta columna quiero rendir un sincero homenaje a las madres ecuatorianas, mujeres luchadoras, que con templanza y ahínco, comienzan siempre un nuevo día, llenas de esperanza, coraje y valentía. Así son las madres ecuatorianas, mujeres al cien por ciento, una nueva estirpe que desempeña varios roles en la sociedad: profesional, trabajadora y esposa.
Existe una nueva generación de madres. Mujeres jóvenes, capaces y emprendedoras que resaltan en el campo laboral y se han convertido en un gran aporte para la economía de los países; ocupan importantes cargos o tienen su propia empresa. Eso es destacable, pues demuestra que vivimos en una sociedad con mayores oportunidades, que ya se olvidó el estereotipo de catalogar a la mujer como el sexo débil.
Un día no basta para reconocer su labor incansable, pero es la oportunidad precisa para celebrarla y demostrarle lo importante que es para la familia; con un pequeño detalle, un paseo, mariachis, flores, una oración, no importa cómo, pero mañana domingo, si aún tiene la dicha de tenerla, hágala sentir bien, haláguela, consiéntala.
¡Feliz Día de la Madre!