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Diario Extra Ecuador

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El ocaso de los ídolos

La remoción de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se ha convertido en análisis de la  última etapa política en ese país, el más grande y rico de América del Sur. Petrobras, la gigantesca empresa petrolera resultó una cueva de ladrones,  la corrupción se llevo más de dos mil millones de dólares y en cuyo escándalo  están implicados no solo los últimos gobernantes, Lula y Dilma, sino empresas muy poderosas, cuyos dirigentes sufren ya los procesos penales.
Pero no solo se trata de Brasil. También en Argentina se van descubriendo graves hechos de corrupción que implican a los gobiernos de Néstor Kirchner y de su esposa Cristina,  que gobernaron por más de diez años  y centuplicaron su patrimonio.
Y en Venezuela, donde se endiosó a Hugo Chávez, también los hechos que dejan una huella de atracos y perversión moral, se los va descubriendo. El actual  gobernante que heredó el poder, Nicolás Maduro, pasa por la realización de  un referendo revocatorio de su mandato, el cual seguramente ganará oposición por amplio margen.
Los ídolos que tenían pies de barro empiezan a caer en un ocaso oscuro y profundo.


Maduro quiere “podrirse”...

Pareciera ser que, en Venezuela, el presidente Nicolás Maduro, sucesor  de Hugo Chávez por expresa disposición y recomendación del finado que impuso en su país la Revolución del Siglo XXI, está “madurando” demasiado rápido, a tal punto de quedar a un tris de “podrirse”, por culpa de una oposición beligerante que en un solo día logró recolectar más de un millón de firmas en las calles de Caracas, pidiendo la revocatoria del mandato del actual inquilino del Palacio de Miraflores.
Don  Nico se hizo tristemente famoso por haber revelado la visita que le hacía un pajarito que, según él, era la mismísima alma del comandante Hugo, el cual,  entre lentos “pío...pío”, le daba instrucciones para  gobernar  como si  lo  estuviera  haciendo  su propio antecesor. Y ahora, siguiendo tales supuestas instrucciones, desconoce a los representantes de la mayoría venezolana al  dejar  sin efecto, a través de  un  sumiso poder judicial, todas las resoluciones del Congreso Nacional.
Pero, como la situación en la Patria de los  Libertadores va  de  mal en peor: sin electricidad, sin agua, sin medicinas, con alimentos restringidos, con una inflación tremenda, con la delincuencia  apoderada  de  las  calles y  con  una ociosa  burocracia que trabaja solo 16 horas a la semana, los días de Maduro deberían  estar  contados, igual que  le  sucedió a Cristina en el país del tango, la  milonga y  el cuasi eterno  peronismo. Y lo  que  le  acaba de  pasar a Dilma  en  el país de la samba, Brasil.  (FCV)

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