Opinión
Editorial
¿Y qué pasará en el Monumental?...
Uno de los encuentros futbolísticos que copa la atención y el entusiasmo de los aficionados de todo el Ecuador es el que disputan Barcelona y Emelec, los dos equipos de Guayaquil que han convertido a ese partido en el clásico ecuatoriano.
En el primer encuentro de este tipo en el presente año, la pasión desbordó y muchos esperaban que Barcelona, que cuenta con jugadores de primer nivel, ganaría el partido, repitiendo la jornada con la que goleó a la Liga de Quito.
No fue así, y Emelec se plantó firme en el campo, anuló a los mejores de Barcelona y ganó el clásico con absoluto merecimiento.
El partido de vuelta se efectuará hoy domingo, teniendo como local a Barcelona en su propio gran estadio, el Monumental. Y los numerosos seguidores del cuadro ‘amarillo’ esperan que, en esa jornada, Barcelona vuelva a dar una de sus hazañas que lo hicieron célebre y lo han convertido en un ídolo popular. Pero luego de varias horas tendremos que ver, porque Emelec tratará de ratificar su condición de puntero y de tricampeón de fútbol del Ecuador.
El “sí” de Rudyard Kipling
Este es mi poema preferido. Lo leí en el colegio jesuita San Felipe Nery, de Riobamba. Es una síntesis de lo que quisiera decir todo padre a su hijo para guiarlo por los caminos del bien.
“Si conservas tu juicio, aunque los otros estén perdiendo el suyo, y te culpen de ello. Si crees en ti mismo, aunque otros duden, pero eres indulgente ante sus dudas. Si tienes paciencia y, aún viviendo rodeado de mentira, la mentira nunca está en tu boca. Si eres un tiempo odiado y no respondes con iguales armas y no te muestras falsamente santo ni finges mucho talento al hablar”.
Si puedes soñar, sin que te domine el sueño, y pensar sin ser esclavo de la mente. Si eres inmune al triunfo y al fracaso y tratas a esos dos impostores del mismo modo. Si escuchas tu verdad en otras bocas que de ella se sirven para fines propios. Si ves desmoronarse aquello por lo que has dado tu vida y te inclinas para volver a construirlo de nuevo con útiles gastados”.
“Si hablas con la gente y conservas tu virtud. Si estás entre reyes y no pierdes tu integridad. Si no pueden herirte tus enemigos ni tampoco tus amigos. Si todos ponen en ti su confianza y esta no queda nunca defraudada. Si puedes llenar cada minuto implacable con 60 segundos que merezcan haber sido vividos, entonces el mundo es tuyo, con todos sus tesoros, y aún más, hijo mío: ¡serás un hombre!”.