Opinión
Editorial
...Y siguen las réplicas
Es conocido que luego de un terremoto vienen las réplicas, que son movimientos telúricos, ordinariamente de baja intensidad, aunque hay algunos que sobrepasan los seis grados en la escala de Richter que no solo causan temores fundados, sino aún daños materiales y víctimas humanas.
Después del terremoto del 16 de abril, las réplicas han causado algunos daños y, por desgracia, hay una persona fallecida y varios heridos. Según los técnicos sismólogos, las réplicas se podrían producir durante algún tiempo, como ha ocurrido en ciertas zonas de la Tierra que sufren desastres. Y está ocurriendo en el país, donde las réplicas recientes han sido movimientos sísmicos mayores de 6 grados.
Frente a esta realidad, y como es imposible prever la frecuencia de las réplicas, se deben profundizar las medidas de precaución para que, cuando se produzcan los movimientos, las personas sepan qué hacer para evitar consecuencias graves. Y respecto a los daños materiales que puedan causar, no hay otro remedio que evitar consecuencias fatales; porque una réplica muy fuerte puede causar destrozos materiales inevitables.
¿Menos borrachos y diabéticos?...
El “paquetazo” de fuertes imposiciones tributarias que el gobierno ordenó aprobar a la siempre dócil Asamblea, a través de la “aplanadora” (¡que luego se sumó una segunda parte que se supone debe servir para levantarnos como el Ave Fénix luego del terremoto), tiene sus “justificaciones” de tipo sanitario y ético como para que los ciudadanos “paganinis” terminen agradeciendo (¡eso ya sería el colmo!) al inquilino mayor de Carondelet y a los sumisos asambleístas por haberlos salvado de la embriaguez, ya ridícula o ya belicosa, y la diabetes que se produce en los seres humanos por el aumento del azúcar (que es “la sal de la vida”) en la sangre.
Y es así como antes de que nos suban los dos puntos del IVA, cuestan más caros los productos que emborrachan o que endulzan. O sea las bebidas alcohólicas, las colas y los jugos que a veces constituyen una sola o la misma dosis, sobre todo en los atractivos cocteles que saben preparan con habilidad suprema los barman.
Pero hay que tomar en cuenta que la diabetes dulzona no solo proviene de tomar, incluido el gas carbónico, tantas colas en este país tropical y, por ende, caluroso. También le agregamos azúcar a esa sangre que le fascina al conde Drácula, a través de los bombones, el manjar blanco, las tortas de cumpleaños, los helados, etc. Ojalá, pues, que de esto no se den cuenta los kikuyos del régimen y no les aticen también los consabidos impuestos. (FCV)