Editorial

Albergue canino

En loja se ha desatado una agria polémica en torno a lo que se debe hacer con los perros callejeros que no tienen ni alimento seguro, ni hospedaje, ni siquiera dueño.
El alcalde Castillo propuso una solución que ha sido duramente criticada por muchos lojanos y que sería la construcción de un albergue provisional para esos canes que serían luego sacrificados. Lo del sacrificio es lo que ha causado la reacción en Loja. Pero hay otro asunto que es preciso  señalar y es que hay muchas personas indigentes que carecen de techo y abrigo y ocupan aceras y portales para descansar y ver pasar las noches en medio del abandono y del frío.
El hombre merece mucho más atención que un animal, y el desamparado más aún. Quizás Loja no tiene este problema que se manifiesta en algunas poblaciones de Sierra y Costa y que debe ser solucionado por el Estado y el Municipio que deben colaborar, especialmente en Guayaquil, con el voluntariado que cumple permanentemente una tarea benemérita  en varios órdenes  para auxiliar a las personas más necesitadas. Y lo ha hecho con un verdadero espíritu de solidaridad y con una eficacia digna del mayor encomio.


La tragedia venezolana

Venezuela vive una tragedia que nadie la puede tapar, por mucho que Maduro “hable con pajaritos”. En ese país se violentan los derechos humanos descaradamente, la gente se muere de hambre o por falta de medicinas; la delincuencia ocupa uno de los primeros lugares en el mundo, las cárceles están llenas de personas que, por disconformidad con el orden de cosas  en la patria de Bolívar, están condenadas con penas infamantes, desproporcionadas a los delitos que se les imputan.
No son presos políticos, sino “políticos presos”. Pero esta dolorosa situación ha sido vista con total indiferencia por los países “amigos” que deben ser los llamados a exigir que vuelva la paz, antes de que se desate un enfrentamiento de pueblo contra pueblo, que es como casi siempre terminan estos gobiernos dictatoriales integrados por elementos que se aprovechan del poder para enriquecerse, y luego mandarse a cambiara a gozar de lo mal habido.
El pueblo de Venezuela, con apego a  sus  leyes, pide un referéndum revocatorio para que Maduro se aleje del poder. Se han recogido millones de firmas, más de las que se necesitan, para  llegar a este referéndum, pero el gobierno con mil  argucias y leguleyadas lo detiene. La OEA debe intervenir  de acuerdo con la llamada carta democrática, pero no  la dejan actuar.
El actual  secretario de la OEA desea  intervenir y se  lo califica de intervencionista. ¿Para qué sirve la tal carta democrática?... (BLC)