Opinión
Editorial
Un mal balance de la ‘Tri’
No se trata de los resultados deportivos de nuestra selección en la Copa América Centenario que nunca han sido buenos, sino de los ingresos y egresos por esa participación que se celebra en varias ciudades de los Estados Unidos. Según los datos oficiales proporcionados por personas autorizadas, nuestra selección recibió por su participación dos millones setecientos mil dólares, pero gastó en el cuerpo técnico, en los entrenamientos previos, en la movilización y otros rubros, más de seis millones de dólares. Es decir que el déficit causado por esta participación es de casi tres millones, lo cual resulta un mal negocio, pues solo en los sueldos del cuerpo técnico se gastaron casi dos millones de dólares.
Económicamente resulta un desastre esa participación y constituye un negocio muy malo para las finanzas de la Federación Ecuatoriana de Fútbol que no se halla, precisamente, en una boyante situación económica.
Es probable que en otros aspectos la participación ecuatoriana haya constituido un acierto. Pero la verdad es que en las anteriores disputas de la Copa América nunca tuvimos un alto desempeño.
Sonreír...es la alternativa
Aunque la risa sea forzada, y no espontánea, no nos queda otra alternativa para hacer más llevaderos los momentos que debemos pasar la mayoría de ecuatorianos para ayudar a la reconstrucción en las zonas afectadas por el terremoto reciente.
Para muchos es un comenzar de nuevo, pues de golpe y porrazo se vinieron al suelo edificaciones, locales comerciales y viviendas donde moraban miles de personas.
Si he recordado lo ocurrido en Esmeraldas y Manabí es para desear la mejor de las suertes a esos miles de jóvenes que han pasado malas noches, queriendo ser conscriptos en las Fuerzas Armadas. Las respuestas de los interesados son espontáneas: “En el cuartel sé que voy a aprender mucho. Quiero convertirme en un profesional en cualquier rama y así, a la vez que me capacito, estoy listo para defender a mi país y ayudar en lo que sea”.
Otro joven agregó: “Ojalá la suerte me ayude y pueda hacer mi carrera, pues deseo capacitarme y defender a mi patria”.
No hubo lágrimas en los familiares que acudieron a despedir a los aspirantes a la conscripción. No. Eran sonrisas, bendiciones de las madres para sus hijos, abrazos de los papás y hermanos porque aprueben el examen de admisión y formen esa reserva militar profesional que es vital en todo país. ¡Adelante, muchachos! La patria los premiará.