Opinión
Editorial
Si es verdad que el setenta por ciento de los ecuatorianos no ha decidido todavía por quién votar, entonces difundir unas encuestas no resulta muy adecuado, porque el 30 por ciento repartido entre los tan numerosos candidatos como están figurando hasta hoy, presentarían una indiscutible ligereza.
Lo que sí parece probable, fuera de las encuestas y solamente razonando acerca de la realidad económica y social en que ‘se encuentra el país’, es que si hubiera una segunda vuelta el candidato o candidata de la oposición ganaría contra cualquiera que fuere su adversario gobiernista.
Pero un frente opositor tan fraccionado no tendría oportunidad, mientras el candidato oficial, también cualquiera que fuere, iría solo en un bloque único y podría ocurrir lo que quizás en broma ha dicho el presidente de la República; es decir que el candidato del gobierno ganaría en la primera vuelta la nominación presidencial y, desde luego, también las representaciones en la Asamblea, cuyas candidaturas opositoras irán igualmente muy fraccionadas, si en ese sector no prima el interés nacional antes que el partidista o, peor aún, el personal.