Opinión
Editorial
Final de Fiesta
Las celebraciones por las fiestas de la fundación de Guayaquil no solo son una explosión de regocijo popular. También son la oportunidad para conocer la obra pública desarrollada especialmente por su Municipalidad, y para escuchar las palabras de sus conductores sociales y políticos, especialmente en el esperado discurso del alcalde durante la sesión solemne del Cabildo, el 25 de julio de todos los años.
En su intervención, el alcalde detalló pormenores de la obra pública municipal y divulgó un programa de inauguraciones, contratos a suscribirse y planes para el siguiente año.
Pero también el discurso del alcalde tuvo alusiones importantes sobre la realidad del país, con veracidad y con valor, desterrando los silencios de otros, causados quizás por suspicacias personales. Franco y directo como buen guayaquileño, el alcalde Nebot dijo su verdad y recibió el aplauso de miles de asistentes a la sesión solemne que se realizó a cielo abierto en el Palacio de Cristal.
Este año, su palabra ha tenido especial expectativa, pues nos hallamos ya inmersos en el proceso electoral que culminará con la elección de los principales dignatarios del país, en febrero próximo.