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Opinión

Editorial: Cuentas pendientes tras el aluvión

Viviendas con fallas graves, sin respuestas, suplican celeridad en las ayudas; sin cerramientos, ni duermen por la delincuencia… La lista de cuentas pendientes con La Gasca y La Comuna podría ser tan larga como la factura de un supermercado. Y parece que las autoridades municipales de Quito aún no saben con cuál empezar.

El aluvión del 31 de enero dejó daños emocionales, físicos y económicos. Y expuso la incapacidad del Cabildo ante una emergencia de tal magnitud. Que si han entregado kits alimenticios, sí. Que si se ha repartido ropita a los damnificados, sí. Sin embargo, tres semanas después, las súplicas de quienes se cubrieron de lodo no terminan. Y cada vez sus demandas son más urgentes.

Pero la falla del Municipio y la principal deuda que tiene con La Gasca se remonta a los 80 (tras una fuerte riada en esa época), cuando se publicó un estudio de riesgos naturales en la capital y ya se evidenciaba a esta zona como susceptible a aluviones. En los 90 se construyeron diques, torres de captación, etcétera, que esta vez no sirvieron.

La Universidad Central del Ecuador realizó un informe de esta última tragedia y concluyó que, además del exceso de lluvias de aquel día, el aluvión se produjo por “indicadores de descuido y negligencia social”, insistía el rector Fernando Sempértegui. Una deuda más.

Hoy la gente tiene temor. Desesperación. Dolor. No solo han debido sepultar a sus 28 muertos, sino también recibir la espalda de algunas autoridades. Esta zona necesita reactivarse. Los locales abrir sus puertas. Los vecinos dormir en paz. Y que La Gasca y La Comuna vuelvan a refulgir.