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Opinión
Editorial: ¡Desafío y oportunidad!
Todos los recursos técnicos y políticos deben movilizarse para que la transición afecte lo menos posible a la ciudadanía
Eliminar el subsidio al diésel es una decisión que marcará un antes y un después en la política económica de Ecuador. Por décadas, este beneficio distorsionó el mercado: su precio reducido representó no solo un gasto fiscal enorme, sino también una oportunidad para redes de contrabando. Su eliminación no debe verse únicamente como austeridad, sino como una corrección de décadas de desequilibrios.
Es legítimo que la ciudadanía se preocupe por el impacto en su bolsillo, ante el aumento del transporte y el encarecimiento de productos básicos como los alimentos.
Por ello, las compensaciones anunciadas deben ser suficientes, focalizadas y aplicadas de manera inmediata.
El éxito de la medida dependerá de la capacidad del Gobierno para mitigar los efectos negativos. Este es el momento de demostrar que Ecuador puede ejecutar reformas complejas, pensando en su desarrollo futuro.
Todos los recursos técnicos y políticos deben movilizarse para que la transición afecte lo menos posible a la ciudadanía.