Tal como cuando eligen a un papa, se ha formado un desesperado cónclave desde junio, entre organismos y diferentes federaciones del balompié para tratar de llegar a un acuerdo por el cual vuelvan las competencias, tanto a escala sudamericana como también las eliminatorias al próximo mundial de Catar en 2022.
Se han cocinado todo tipo de estrategias en cuanto a protocolos para enfrentar al COVID-19. Lamentablemente el máximo organismo de la salud, la OMS, frustra todo tipo de esperanzas. Y no sería de asustarse ante las tajantes palabras del mismo Tedros Adhanom Ghebreyesus: “No habrá retorno a la normalidad en el futuro previsible”.
Sin embargo, tenemos el panorama de las ligas internacionales, como en España e Italia, países azotados por el coronavirus; no se diga en Portugal, Inglaterra y Alemania, donde están terminando sus torneos y se encuentran a la espera de la reanudación de la Champions y de la Europa League.
Lo mismo ha sucedido en Sudamérica, tras el acuerdo de la Conmebol con los diferentes clubes participantes para que, desde el 15 de septiembre, vuelva la pasión de la Copa Libertadores con nuestros clubes en carrera: Barcelona, Liga de Quito, Independiente del Valle y Delfín. Todos estos juegos serán sin público y con severas medidas de seguridad.