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Opinión

Editorial: Notre Dame y la Semana Santa

Una extraña coincidencia ocurrida al inicio de las celebraciones del mundo cristiano durante el transcurso de la Semana Santa o Crismal tuvo lugar con una de las más terribles pérdidas entre los grandes monumentos, símbolos de la religión profesada mayoritariamente en el mundo occidental, como fuera la parcial destrucción, por el dantesco incendio de uno de los más grandes y archiconocidos íconos del catolicismo como sucedió en París, donde las llamas afectaron la iglesia catedral de Notre Dame, cuya meticulosa construcción demoró dos siglos.

Este enorme y emblemático templo religioso era y es, además, un orgullo para los franceses y un punto de referencia cuando se trata de los grandes monumentos dedicados a la religión cristiana, con un mayor número de creyentes en el mundo.

La reacción de dolor no solo es de los parisienses y franceses, sino de todo el mundo, pues ha sido de dolor y desconsuelo ante la célebre imagen deteriorada, por lo tanto hay la promesa de reconstruir la histórica catedral, contando no solo con aportes oficiales, sino de millares de cristianos que han ofrecido su colaboración económica.

Habrá, pues, un trabajo mancomunado para recuperar la integridad de este símbolo de religiosidad y grandeza que no puede borrarse de la memoria de la humanidad.