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Opinión

Editorial: Nuevas medidas, ¿servirán?

Guayaquil ha tocado fondo y este último fin de semana quedó clarísimo que lo que impera en el Puerto Principal es la violencia. Se perdió el respeto por la vida, al sicario ya no le interesa si es de día o es de noche, ni la presencia de mujeres, ancianos, niños e incluso de la misma Policía a la hora de disparar. Matan en los semáforos, dentro de restaurantes, afuera de centros comerciales e, incluso, se meten a hospitales y hasta las casas para acabar a plomazo limpio con sus objetivos.

Con todo lo ocurrido en estos días era más que esperado que el Gobierno se proclamara. Se anunciaron medidas, rodaron cabezas, autoridades se instalaron en Guayaquil, porque si no lo hacían el pueblo se les iba encima. El viceministro del Interior, Max Campos, hará base ‘donde las papas queman’ hasta que los ánimos se calmen, militares a las calles y más policías resguardarán la ciudad.

Pero estas medidas adoptadas parecen ya no convencer a la ciudadanía, creen que no le harán ‘cosquillas’ a las organizaciones narcodelictivas. Hay desconfianza.

Ojalá que todo lo que han prometido para tratar de ganarle la guerra a la violencia no quede nuevamente en un discurso demagógico. Hace unos cuantos meses, cuando se pensaba que ya no se podía más con la ola de violencia, hasta tanquetas sacaron y duraron en la calle lo que se demoró la prensa en fotografiarlas. Ni toda la artillería del mundo echada a las calles va a asustar a los criminales. No se trata solamente de presentar el arsenal que se tiene, es necesario una movida inteligente, ¡pero ya!