Editorial: El Sillón de Olmedo

Casi no ha concluido el proceso electoral de la segunda vuelta presidencial y ya los partidos y grupos políticos, ganadores y perdedores, se alistan para lograr la Alcaldía de Guayaquil y la Prefectura del Guayas. Nombres de todas las tendencias suenan como precandidatos, aunque aún falta bastante para las elecciones seccionales.

Guayaquil ha tenido un exitoso y largo período con la Alcaldía de Jaime Nebot, quien, sin embargo, ha reiterado que no se postulará para esa función ni para ninguna otra y se retirará a la vida privada, talvez dejando un sucesor que continúe su obra que no está completa, pues el progreso de la ciudad es un proceso continuo, indetenible.

El oficialismo no logró hacerse de la Alcaldía de Guayaquil en sus varios intentos porque la obra de Nebot derrotó siempre a sus adversarios. Pero ahora, cuando hay un interesante repunte en Guayaquil, también intentará conseguir lo que no pudo antes, porque tropezaba con la infranqueable candidatura de Nebot.

Hay que esperar que la Alcaldía de la más populosa ciudad ecuatoriana no sea un premio consuelo ni un trofeo, sino un sacrificio, honesto y permanente propósito de servicio a la colectividad.