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Opinión
Desde la redacción: No abras la caja de Pandora
Ismael Cala lo dijo con toda claridad: si no quieres que se metan en tu vida privada, no abras la caja de Pandora.
Ismael Cala lo dijo con toda claridad: si no quieres que se metan en tu vida privada, no abras la caja de Pandora. Porque si lo haces, debes estar dispuesto a asumir las consecuencias de tus propios actos. Mucho más si decidiste ser un personaje público vinculado a la política, al arte o a la comunicación. La semana que termina he escuchado expresiones, a mi juicio, desatinadas con respecto al papel de los periodistas en temas relacionados a la supuesta intimidad de estos personajes -como sucedió con el presentador de un programa de televisión-, cuando se involucran en situaciones escandalosas en espacios públicos.
Según ellos, el hecho de publicar la noticia significa una afrenta a su buen nombre y una falta de respeto a su trayectoria artística, sin importarles el daño que pudieran causar al ciudadano común con su prepotencia. Los comunicadores somos buenos cuando servimos para sus fines publicitarios, pero irresponsables y antiéticos si indagamos, debidamente documentados, algún tema escabroso que prefieren ocultar.
Pues déjenme contarles, estrellas rutilantes, que si no pueden comportarse en público, es nuestro deber difundir la información así no les guste, porque son los causantes del relajo y deben responder ante quienes los admiran. A fin de cuentas, fueron ustedes quienes decidieron exponer su imagen para bien o para mal. La intimidad está en su casa o donde nadie pueda violarla, no en las calles, centros comerciales o bares de la ciudad. Si tanto les molesta que la gente hable de ustedes, pues dedíquense a otra cosa o enciérrense con siete llaves.