La pandemia de COVID-19, que ya cumplió un año de su presencia en el Ecuador, ha traído consigo una pesada carga de problemas y temores para la población nacional. Hospitales colapsados, la obligación de seguir severas normas de bioseguridad con el uso de mascarillas y el tener que mantener la distancia social son temas que muchos han incumplido, desgraciadamente. Una muestra clara de eso son las aglomeraciones que se han venido dando y que reflejan la indisciplina ciudadana.

A todo esto hay que sumar la espera que está sufriendo una buena cantidad de familias que perdieron a sus allegados luego de una batalla no ganada. Al menos en Guayaquil, diez de estas familias no logran aún enterrar a sus seres queridos, mientras que otros piden la exhumación de los cadáveres ante la posibilidad de que no hayan sepultado precisamente a los suyos.

Se están llevando a cabo las investigaciones y pruebas correspondientes para responder a los pedidos y reclamos de tales familiares de los difuntos, aunque se pide guardar paciencia para hacer los exámenes y comprobaciones en orden sin el temor de equivocarse nuevamente.

Y a todo esto, la lenta e inquietante vacunación contra el virus tiene a los ecuatorianos aún más molestos y sin saber cuándo terminará todo este lío por la COVID.