Esta semana empezamos con otro nuevo golpe en nuestros bolsillos. Petroecuador informó sobre los nuevos precios de las gasolinas ecopaís y extra y del diésel, que representan una diferencia de ocho y cuatro centavos, respectivamente, del precio anterior.

El alza de precios de los combustibles no afecta solamente a quienes cuentan con un vehículo para movilizarse, sino que sube el costo de la vida en general. Es el pretexto perfecto para golear la debilitada economía. Y los efectos ya se sienten en los víveres.

La población ecuatoriana todavía no se recupera de esta crisis financiera causada por la pandemia del coronavirus que, aparte de traer contagios y muertes, nos ha dejado un sinnúmero de restricciones, toques de queda y encierros prolongados que no han hecho más que mermar la estabilidad laboral de la que algunos gozaban.

Lo que se teme es que los nuevos precios, que regirán hasta el próximo 12 de junio y que cada mes varían por un sistema de bandas, generen malestar entre los ciudadanos y se encienda la mecha de las violentas manifestaciones en las calles.

Mientras los precios de los productos de primera necesidad, de forma silenciosa, se disparan como cohetes en algunos centros de abastos, en los hogares dejarán de adquirir ciertos artículos porque el billete ya no alcanza para comer.