El domingo anterior grandes sectores de Guayaquil sufrieron largos cortes de agua. Y esa misma mañana también hubo interrupciones de luz, con la particularidad de que los voceros de Interagua sí anunciaron el corte el día anterior, y la ciudadanía con tiempo se abasteció de agua de su propia llave. No sucedió lo mismo con la luz, que se fue repentinamente, aunque por pocos minutos, pero esas suspensiones causan daños a los electrodomésticos, a los ascensores de los edificios, así como a los cajeros de centros comerciales o negocios particulares. Es un problema que desapareció en las más prósperas ciudades del mundo.

¿Hasta cuándo hay que soportar estas molestias que deben pasar a la historia? Además, las planillas de agua y de luz no reconocen ninguna compensación para el usuario ante las emergencias.

No olvidemos que el correato ofreció, en la década pasada, que se acabarían estos problemas con la construcción de nuevas plantas hidroeléctricas a cargo de empresas chinas y con la ayuda económica del gobierno y bancos chinos también. Para la inauguración de una de ellas vino el presidente asiático desde Pekín, pero las pocas represas entregadas tienen graves fallas que son del dominio público.