Opinión
Editorial: Delincuentes asaltan en ciudadelas cerradas
El incremento delictivo en nuestra ciudad, que parece no tener freno a pesar de la intensa actividad de la Policía, ha obligado a que Guayaquil se convierta, virtualmente, en una ciudad “amurallada y enrejada”.
El incremento delictivo en nuestra ciudad, que parece no tener freno a pesar de la intensa actividad de la Policía, ha obligado a que Guayaquil se convierta, virtualmente, en una ciudad “amurallada y enrejada” a través de lo cual se trata de impedir asaltos en grandes ciudadelas y en locales comerciales. Sin embargo, pese a estas formas de defensa, los ‘amigos de lo ajeno’ se valen de mañas, argucias y complicidades para hacer de las suyas y cometer robos y asaltos evadiendo las guardianías que se contratan para la protección de los honrados ciudadanos porteños.
Según las informaciones proporcionadas por los mismos agentes de la ley, en el transcurso de este año se registran 25 asaltos en viviendas, con cuantiosos robos a villas y departamentos en importantes sectores citadinos o ciudadelas situadas en las parroquias aledañas de otros cantones como Samborondón y Daule, que de cierta manera forman parte del “Gran Guayaquil”.
Es extraño que esta acción delincuencial se repita con tanta frecuencia, a pesar de que en todas las ciudadelas existen guardianías pagadas por las familias que habitan los lugares asediados por los maleantes, lo cual significaría la complicidad de ciertos guardias. Y es una sospecha que se debe indagar y, de comprobarse, castigar.