Opinión
Editorial: Fuerza amarilla
No se trata del equipo de fútbol, sino de la demostración de fuerza de taxistas pertenecientes a diferentes agrupaciones o cooperativas que tienen como su distintivo el color amarillo de sus respectivos vehículos, quienes evidenciaron su poderío desfilando por varias calles del centro de Guayaquil para expresar su rechazo a la pretendida intervención de empresas extranjeras en el servicio de taxis como un sistema de puerta a puerta, y también en contra de la creciente presencia de los taxis informales o ‘piratas’.
Los taxistas de cooperativas autorizadas por las autoridades respectivas tienen derecho a manifestarse públicamente en contra de determinadas medidas que violen sus derechos, pero también están obligados a cumplir las normas para la regulación del tránsito, entre ellas el uso del taxímetro, que casi nunca se pone en vigencia en nuestra ciudad.
Es probable que la demostración última de los taxistas esté justificada por las razones que ellos han expuesto. Pero una paralización del tránsito en el casco central de esta urbe, bloqueando las calles, no es una actitud que debe justificarse, pues para toda clase de reclamos existe una vía pacífica y ordenada.