Ese importante humedal ubicado frente a Guayaquil, a la otra orilla del río Guayas, que es la isla Santay, tan importante para el combate contra el enrarecimiento del medio ambiente en nuestra urbe y que fomenta el diario turismo de peatones y ciclistas, ha quedado aislado debido a la destrucción de su puente por el choque, el pasado jueves 12, contra su estructura por parte de un barco pesquero que no contaba con el permiso correspondiente para navegar por tan importante zona fluvial.

Hay que anotar, con este grave accidente que priva a los turistas de un sano y reconfortante viaje que se cumplía cotidianamente a dicho accidente insular, dos circunstancias importantes: las fallas que se habían detectado en la construcción de la obra, con materiales endebles; y la falta del necesario control para evitar desgracias, como la que acaba de suceder.

Se supone, además, que los culpables de este choque están capturados, procesados judicialmente y, por supuesto, obligados a pagar íntegramente el valor de la reconstrucción del puente, inaugurado hace cinco años, cuyo costo fue de algo más de doce millones de dólares.

La ciudadanía estará pendiente para que este acto irresponsable no quede en la impunidad.