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Opinión

Editorial: La muerte del Salvador

La Semana Santa sigue su huella dolorosa, y después de la tortura y la crucifixión se producirá la muerte de Jesús.

La Semana Santa sigue su huella dolorosa, y después de la tortura y la crucifixión se producirá la muerte de Jesús.

Morirá el Salvador, la Tierra se oscurecerá, los soldados de la guardia romana sortearán su túnica, será sepultado en la tumba que le proveería su amigo José de Arimatea y todo parecería terminado, mientras los apóstoles, temiendo una persecución, se habían escondido.

La muerte de Jesús marca el comienzo de la redención. Sus apóstoles, según la doctrina cristiana, recibirán la presencia mística del Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego, hecho con el cual iniciarán su prédica en el mundo y con cuya actividad también serán víctimas de persecución y de condena.

Pedro, quien lo negó tres veces y era la piedra angular de la Iglesia, fue condenado a muerte con el martirio de la cruz y pidió ser crucificado con la cabeza hacia abajo porque dijo que no merecía tener el mismo martirio que Jesús.

Tomás dudaba de la resurrección del Maestro y Pablo iría por el mundo predicando la Buena Nueva. Todas las profecías se cumplieron, pero faltaba la fundamental que no tardaría en cumplirse, tres días después de su muerte...