Editorial: Los pronósticos electorales

Si los ciudadanos de a pie y los mismos candidatos confiaran en las encuestadoras, ya no haría falta una campaña electoral. Bastaría con esperar la publicación de las encuestas para saber quién ganaría las elecciones.

Pero ocurre que ciertas encuestas carecen de credibilidad y, todo lo contrario, pocas veces han diagnosticado un resultado con visos de realidad. A tal extremo se duda que algún político importante, candidato para una alta función, dijo que él solo cree en las encuestas de carne y hueso. Y los resultados son peores aún si las encuestadoras responden a contratos con una candidatura y, subsidiariamente, son parte de movimientos electoralistas.

Acaban de publicarse 4 encuestas que asignan, todas ellas, a la candidatura oficialista, la victoria el 2 de abril.

Faltan pocos días y en ese lapso resultaría casi imposible que se rectifique el resultado de las encuestadoras. Pero hay, según esas mismas encuestas, un 15% de indecisos en su voto.

Si las encuestadoras fallaran, bien podrían justificar el error afirmando que fueron los indecisos quienes alteraron sus pronósticos.