Opinión
Editorial: Vendedores ambulantes en nuestras calles
“Lo mejor de Guayaquil, eres tú”; Pero, ¿dónde se quedan los policías metropolitanos? No basta verlos sudando al caminar con el celular en la oreja.
“Lo mejor de Guayaquil, eres tú”; Pero, ¿dónde se quedan los policías metropolitanos? No basta verlos sudando al caminar con el celular en la oreja, y con sus uniformes impidiendo la venta de mote, maduro con queso, café con pan y demás ricuras baratas, contra quienes son muy estrictos, pues se van volando...Pero se controlan con las vendedoras de arepas, jugos, impresionados por su pantaloncito caliente y otras provocativas prendas.
La mayoría de comerciantes informales de mi linda ciudad goza de algún privilegio, pues al poco rato continúan con su modo de subsistir en esta época donde el trabajo formal es escaso. Solamente tienen que ir a la elegante camioneta blanca con distintivos municipales donde cuatro policías, gozando del aire acondicionado del vehículo, esperan en la próxima esquina cualquier cariñito...
En nada parecen a los añorados “roba burros”. No permitieron que la ciudad se convierta en un dormitorio y servicio higiénico público. Ningún mozalbete jugaba en portales y veredas y les retiraban las válvulas de las ruedas de las bicicletas que rodaban peligrosamente. Incautaban las prendas escolares que los peloteros utilizaban como arcos en sus juegos callejeros.
En mi juventud fui testigo cómo acuciosos policías municipales impidieron el robo de un control para el cobro del consumo del agua potable; les llamaban la atención a los inquilinos bulliciosos, y para las fiestas octubrinas insinuaban que había que mejorar las fachadas de las casas.
Hoy muchos ancianos nos vemos obligados a correr el riesgo de caminar por calles con tránsito vehicular pesado porque las aceras están ocupadas por carros, motos, mesas, sillas. Mejores días le esperan a mi lindo Guayaquil...