Opinión
El grito social es: ¡Queremos trabajo!
El aumento de la inseguridad es alarmante. Leemos u observamos continuas quejas por delitos en el país, con mayor auge en Guayaquil, la ciudad más poblada. Variadas opiniones y todas respetables dicen que “a los pillos les corten las manos”, “que los condenen a perpetuidad”, “que le den pena de muerte”, “que se otorguen permisos a la ciudadanía para portar armas”, etc.
Lo que hoy sucede es una advertencia de lo que podría ocurrir. Debemos prevenir, tomemos la experiencia de lo que sucede en países centroamericanos. Sufren una calamidad delictuosa que tiene sumido a esos países en crisis económica. Hay pandillas de 20 mil a 50 mil integrantes que tienen bajo su control a pequeñas, medianas y grandes empresas. Estas bandas se disputan a bala el control (aquí en escala pequeña) de zonas de operación de los demás delitos propios del submundo.
Estos jóvenes traspusieron el umbral de la conciencia, solo reaccionan al llamado de su pandilla, que les garantiza sustento y protección libres o en presidio. Poco les importa la vida, ya que desde niños soportaron postergación social, hambre y miseria.
¿Cómo llegaron a eso? Sencillo. La desocupación es la madre de todas las aberraciones.
Tenemos que prevenirla, tomando medidas económicas oficiales a favor del pueblo. Darle un verdadero derecho laboral, libertad de trabajo, sin llegar al caos.
Es numerosa la población de adolescentes y jóvenes especialmente en la Costa, hijos de padres que migraron desde los campos por un futuro mejor. ¿Lo encontraron? Esos jóvenes y en el futuro cercano los hijos de esos jóvenes necesitan trabajo para no ser caldo de cultivo de las bandas. No hay que virar la cara, sino que debemos enfrentar la realidad.