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Opinión
El Hospital de Monte Sinaí
Lo prometieron para el 2014. Luego para el 2015. Y así cada año... pero aún sigue sin inaugurarse el hospital de Monte Sinaí en un sector suburbano de la ciudad más poblada del país, Guayaquil.
Mientras tanto, a la gente le toca ir a un subcentro de salud por Casa Alta en el que, cuando hay medicinas, dan Paracetamol y derivan a los pacientes al Hospital Universitario, adonde se transportan con tres o cuatro dólares rogando ser atendidos.
Cinco años se cumplen el próximo febrero de 2018 desde que se firmó el contrato para construir el hospital. ¡Y seguimos esperando!
Encima de todo, el precio original del proyecto era 75 millones de dólares. Hoy ya va por casi 140 millones ... ¡El doble! Y aún faltan 20 millones de dólares aproximadamente, según el Gobierno, para terminar la obra en una zona que carece de agua potable, cuyo diseño no contempla el manejo total de desechos, que aún necesita equipamiento desde cero y se levanta sobre terrenos hasta hace poco sin los respectivos papeles de su legalización.
¿Cómo es posible tanta irresponsabilidad? ¿Por qué tanto apuro en firmar un millonario contrato para un hospital sin agua potable, como hace poco lo reconoció la propia persona que hoy dirige la entidad que en su momento contrató el proyecto?
Lo que ocurrió en los últimos diez años ha sido la Revolución del Billete, porque el ciudadano quedó en segundo plano. Si en este caso han llegado a jugar con la salud —y por tanto la vida— en uno de los sectores más necesitados de Guayaquil, ¿de qué más no habrán sido capaces en otras obras a lo largo y ancho del país?...