Opinión
El negocio del miedo
Guayaquil tiene el 94 % de sus tiendas enrejadas contra el 33 % de Quito, ¿Hay 3 veces más delincuencia? NO. Somos una ciudad asustada y que asusta a los visitantes; sus parques “regenerados” parecen cárceles; las élites viven en ciudadelas amuralladas y hasta sus autoridades privilegian los intereses y los negocios concesionados, propiciando encierros por encima del bien común.
Pero, lo que para muchos es angustia, para otros es negocio. Ejemplo. Hay en el país unas 800 empresas con más guardias privados (80 mil) que policías (43 mil). Los constructores de murallas y cerrajería inventan seguridades cada vez más ficticias. Al hampa le conviene una población vulnerable; las élites sociales dentro de sus muros consiguen diferenciarse y crear sus propios guetos, y a los políticos porque lo usan como medio de control. El miedo inmoviliza a las sociedades, ya que renuncian a derechos a las autoridades para que los protejan de la delincuencia y la inseguridad, al disfrute de sus barrios, ciudades y los espacios públicos, por eso, por ejemplo, Guayaquil hace décadas viene apoyando y votando por políticos fuertes y autoritarios.
El miedo social es contrario al bienestar común, induce al individualismo porque teme a manifestarse, a encontrarse el mismo en el uso y disfrute de su entorno natural de su barrio, pues no hay espacios libres y confiables, ya que se lo impide el miedo, que es un negocio perverso y bien lucrativo.