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Opinión
¡Hechizos malditos que invocan al diablo!
Germania Salazar, Guayaquil
‘Hilario’ asegura que, en 2004, su hija ‘Pilar’ enfermó a raíz que encontrara y botara una tarrina con una macumba pestilente al pie de su casa en Flor de Bastión, noroeste de Guayaquil. “Poco a poco se agravó y fue atormentada de una manera paranormal”, afirma el hombre.
En una ocasión, mientras viajaba con ella en un bus de camino a la iglesia, presuntamente vio cómo un demonio se subía al automotor y la lanzaba al piso. “La agarré y la bajé rápidamente”, comenta el progenitor, que visitó a varios brujos de la Sierra y la Costa. Todos coincidieron en que se trataba de un “hechizo maldito”, en que le habían mandado a un espíritu para que la hiciera enloquecer. “Me recomendaron varios trucos, pero de nada sirvió”, añade ‘Hilario’.
“Los doctores me decían que estaba bien, que no tenía nada. Pero me dolía el corazón y, en las noches, soñaba con muertos y demonios”, resalta ‘Pilar’.
Con el pasar de los días, incluso le cogió asco a la comida y al agua. Ante esta tesitura, el padre decidió hacer un pacto con Dios, a quien suplicó que la liberase del supuesto embrujo. A los pocos días, mientras ella se encontraba en la cama, dijo escuchar la voz de Dios, quien la habría “operado” de su mal. Y desde entonces desaparecieron los síntomas.
Según los especialistas, el nombre de magia negra procede, precisamente, de la invocación de fuerzas poderosas negativas o peligrosas. Algunos ritos pueden conllevar violencia hacia los seres humanos o el uso de cadáveres, además de utensilios, elementos de la naturaleza, sacrificios de animales, escrituras y oraciones satánicas.
Con una santera
Alejandrina Quiñónez recibe a quienes solicitan sus servicios con un gran pañuelo en la cabeza, una colorida bata larga, collares de pepas y anillos de oro, acero, plata y cobre.
Esta remedióloga y santera sostiene que fue víctima de un hechizo maldito y que se enfrentó a él. “Me embrujaron a través de una muñeca que botaron al río. También me pusieron un muerto en mi casa que caminaba por el techo”, afirma.
Al principio creyó que se trataba de una persona viva. Pero cuando comprendió que presuntamente era un espíritu comenzó a insultarlo, algo que detestan los muertos, y lo mandó con quien lo había enviado a su hogar. “Al poco tiempo esa persona partió”, indica.
Quiñónez, de origen esmeraldeño, señala que los hechizos de muerte rara vez pueden curarse y que “la mano de Dios” es la única que puede hacerlo.
Esta mujer, que se confiesa católica y heredó su vocación por la santería de su familia, distingue la santería de la magia negra o brujería. “Los santeros solo utilizamos a los santos, la Virgen del Carmen, el Corazón de Jesús, el Cristo crucificado, Santa Elena...”, desgrana.
Hoy, en su pequeño altar, conserva huesos de cuatro allegados fallecidos “Ellos me cuidan”, atestigua.
Los habituales
La curandera explica que existen miles de hechizos para causar daño. Aunque prefiere no describirlos en exceso para evitar su práctica, accede a enumerar los más habituales.
Uno de ellos consiste en poner el nombre y la fotografía de una persona dentro de un frasco, mientras el hechicero reza al diablo. En otros se emplea un muñeco parecido a la víctima, al que se le realizan diversos rituales como clavarle alfileres en distintos puntos. “Las víctimas sienten esos pinchazos”, resalta la santera.
Otro conjuro muy singular es el ‘latigueado’, que suelen llevar a cabo algunas mujeres cansadas de las infidelidades de sus esposos. En este sortilegio se dan latigazos al muñeco para que el hombre regrese rápido a su hogar, explica Quiñónez, quien se declara contraria a estas prácticas.
Existen otros como el hechizo ‘de la marea alta’, en el que se cogen tierra y agua de mar para colocarlas sobre el vientre del objeto que representa a la víctima. Teóricamente, a esta se le hinchará y secará la barriga.
Con vísceras
También hay quienes cogen el hígado de algún animal y lo disecan para dárselo de comer después a quien se quiere dañar. “Esta persona muere seca”, acota. O incluso quienes utilizan sapos para sus sortilegios. A este anfibio le abren la barriga, le introducen una fotografía del individuo y la cosen.
Después lo meten en una tina con agua y le impiden salir. Cada vez que el sapo se desespera por escapar, la persona embrujada supuestamente enloquece. En otras ocasiones, cosen el ano del sapo con la finalidad de que la persona vomite todo lo que come y así, presuntamente, fallezca desnutrida.
“En la magia negra no hay prevención, los enemigos gratuitos siempre están presentes. Si la persona es tratada por un buen curandero, se puede salvar”, constata.
El cementerio
Según la curandera, el cementerio es un escenario perfecto para quienes practican la magia negra. Algunos brujos suelen colocar una foto o prenda de vestir de la víctima dentro de la caja de un muerto que fue velado y enterrado.
“Si quien hace el hechizo se olvida de decir el encarguito al muerto, este regresa en espíritu para preguntarle: ¿Qué quiere que haga? Y así sucederá por muchos años”, remata Quiñónez.
Práctica pagana
Fernando Gaona, pastor del Ministerio Internacional Rompiendo Cadenas, distingue entre la magia blanca (buena), roja (para el amor), verde (para el dinero) y negra, esta última para hacer daño o matar a las personas. “La negra se realiza a través de fuerzas demoníacas, invocando al diablo. Son prácticas paganas prohibidas por Dios, son un pecado”, indica.
Las personas embrujadas, según él, lucen rostros pálidos y demacrados. Y en su interior perciben una sensación inexplicable. Muchas “se enfrían, se retuercen como culebras o se desmayan”.
“Solo Dios las puede liberar del daño”, afirma convencido. También agrega que algunos brujos de magia negra obtienen ciertos poderes de Satanás, generalmente a cambio de sus almas. “Si una persona encuentra algún paquete sospechoso de brujería tiene que quemarlo sin tocarlo y, luego, buscar ayuda en la luz, no en las tinieblas”, aconseja.
“Se abren puertas”
Para Ronald Chávez, experto en temas paranormales, la magia negra se conoce desde la antigüedad. Cuando se recurre a estos métodos, los resultados, a veces, pueden ser inciertos e incontrolables para la víctima o victimario. Porque, al final, siempre “se abren puertas”.
La envidia
Para Chávez, detrás de los hechizos de magia negra a menudo subyace la envidia. Por eso recomienda que no aceptemos objetos o alimentos regalados de personas que puedan vivir conflictos con nosotros, ya que es posible que estén cargados de energía negativa.
¿Cómo protegernos?
“Es importante que, cada seis meses, limpiemos energéticamente nuestras casas, midamos las energías y apliquemos sahumerios. Eso ayudará a armonizar nuestro cuerpo”, expresa Chávez.
El especialista sugiere tomar todas las mañanas una cucharadita de aceite de oliva bendecido para quitar de nuestro organismo las influencias negativas.
Verdaderos y charlatanes
Para el padre Rómulo Aguilar, rector de La Catedral de Guayaquil, la magia negra, en algunos casos, se trata de una simple superstición. Pero en otros, puede ser un asunto demoníaco.
Aguilar comenta que suele practicarse mucho en la India y en la zona del Caribe y precisa que los verdaderos hechiceros se dedican a los cultos satánicos o desprecian el orden divino de las cosas.
También pueden ser personas que padecen problemas mentales o dificultades de integración, gente llena de odio y venganza.
No obstante, Aguilar subraya que existen charlatanes que juegan con los miedos y creencias de las personas para obtener dinero. “El mal existe y tiene un millón de maneras de presentarse. Pero el poder del demonio no es mayor que el de Dios”, sentencia.