Opinión
La crisis y el nuevo año lectivo en la Costa
Llegó el nuevo año lectivo en la región Costa y con él la evidencia de que la crisis económica no es un espejismo. Miles de padres de familia buscan una alternativa viable para adquirir los útiles escolares y uniformes, cuyos precios están por las nube

Llegó el nuevo año lectivo en la región Costa y con él la evidencia de que la crisis económica no es un espejismo. Miles de padres de familia buscan una alternativa viable para adquirir los útiles escolares y uniformes, cuyos precios están por las nubes. ¿Quién regula esto? Por lo visto nadie, porque las demandas educativas son carísimas. Esto no es una percepción, basta con recorrer el centro de Guayaquil, donde se forman filas inmensas en los almacenes solo para cotizar las listas. Luego viene el dolor de cabeza que provoca no saber de dónde se sacará la plata para satisfacer las necesidades de nuestros hijos. Pero lo más triste de este panorama es constatar el nivel de deserción escolar en muchos establecimientos, que han perdido hasta la mitad del alumnado porque sus padres ya no pueden pagar pensiones. Y ocurre en todas las clases sociales, porque asumir mensualidades de más de 400 dólares es una misión imposible en el país de hoy. Por eso, las familias han decidido recortar gastos y enviar a los chicos a escuelas menos costosas o gratuitas, corriendo el riesgo de bajar la calidad de la educación, porque no siempre lo más barato es lo mejor. Sin embargo, poner en peligro el futuro de los estudiantes no debe ser la primera opción. Si someterse a la recesión es inevitable, pensemos en reducir las fugas de dinero en otras cosas, pero no cortemos sus alas con el criterio mediocre de que asistir a un buen colegio es imposible. Jamás les enseñemos a que sean conformistas, a que no sueñen con la mejor educación por la escasez de recursos. No podemos ser padres formadores si los condenamos a una instrucción paupérrima. No formemos generaciones de perdedores. Créanme, cualquier sacrificio valdrá la pena.