El bullado caso de Odebrecht ha sacado a la luz debilidades de nuestra comunidad, que deben ser reparadas en forma severa.
El delito no solo consiste en la coima, sino en el sobreprecio de la obra, pues la compañía contratada sube para poder pagar la coima. Y como la autoridad de control, es decir la Contraloría... ya ha sido comprada, tampoco habrá un control para exigir que las obras se las lleve a cabo en forma eficiente, pues lo estamos viendo en el caso de la Refinería de Esmeraldas, y en otros contratos ya denunciados.
El daño es completo y trascendental para el país. Asimismo, sale a la luz la exagerada iniquidad que nos caracteriza, pues hay personas de nuestra comunidad que su trabajo no les produce ni lo mínimo para vivir, como los vendedores ambulantes, y también hay personas que gracias a sus coyunturas políticas ilícitamente ganan millones de dólares, perjudicando a la comunidad.
Debe ser una obligación para las autoridades pertinentes exigir la devolución del dinero mal habido, como primera condición para cualquier trámite legal en favor o en contra de los que están acusados de culpables.
De no ser así, lo peor es que a toda la sociedad le tocará pagar el dinero llevado por algunos delincuentes, sean estos autoridades o intermediarios...
Guillermo Dueñas Iturralde