Los “pipones” se multiplican. ¿Hasta cuándo?...

Al trabajo, que según los religiosos parte de una maldición bíblica por culpa de nuestros primeros padres (Adán y Eva) que se comieron la fruta prohibida del árbol del bien y del mal, se le ha dado aquí el calificativo de “camello”, comparándolo con el jibudo animal que recorre el desierto y puede pasarse sin beber (agua y no whisky) por largo tiempo. Y a los que tienen nombramientos en el sector público y se hacen como que trabajan, pero que en realidad no mueven un dedo, se los conoce como “pipones”.

Hago este “recorderis” conceptual en vista de que en el país la tal “década ganada”, que parece querer detenerse a medias con Lenín, nos ha dejado lleno de “pipones” en la burocracia.

Y si nos ponemos a sumar, con una calculadora dadas las altas cifras por contabilizar, llegamos a varios miles que viven a costilla de nosotros, los contribuyentes.

El caso último es el de la Vicepresidencia, ahora sin funciones para Jorge Glas, que tiene 228 trabajadores (hasta julio eran solo 201) que consumen 12.500 dólares.

En El Aromo, donde debía funcionar una refinería que nunca se construyó, el número de empleados (¿para hacer qué?) llega casi al ciento. En Yachay, la superuniversidad donde Lenín comprobó el martes anterior que era un “bluf”, pues, entre docentes y empleados pasan de 700, aunque el número de alumnos apenas supera el millar. En la Legislatura, los “padres de la patria” cuentan con un montón de asesores, algunos de los cuales son (según las denuncias) meros guardaespaldas o “amigotes”.

Y no seguimos más porque todavía queda mucho por registrar con el número de gente que se sube al “camello” para cruzar el desierto, que es símbolo de aridez e inactividad... (FCV)