“No me amenaces, no me amenaces”

En los países civilizados, los escándalos de corrupción se investigan sin importar el personaje. El caso más emblemático es el de Watergate, evidenciado por periodistas del Washington Post, que terminó con la renuncia del presidente Richard Nixon en la década de los 70.

Esta fue la inspiración para muchos jóvenes que soñábamos con ser los nuevos Bob Woodward o Carl Bernstein, reporteros que cubrieron esta historia.

Por eso rechazo que un grupo de legisladores de Alianza PAIS amenace públicamente con tomar acciones legales contra los medios por publicar noticias que involucren al vicepresidente de la República, Jorge Glas, en la trama Odebrecht.

¿La figura? El famoso linchamiento mediático, ese invento de la Ley de Comunicación en el que se escudan los funcionarios públicos para intentar detener a la prensa. Los oficialistas salieron indignados a defender la presunción de inocencia del segundo mandatario y, en tono amenazante, exigieron a los reporteros que respetaran su dignidad.

¿Indagar sobre su presunta participación en estos hechos es faltarle al respeto?

Precisamente su alta investidura lo obliga a despojarse de toda sombra de duda ante sus mandantes. Diario Expreso le ha dado la oportunidad de que dijera su verdad, pero él no ha querido. ¿De qué se quejan? Es inaceptable que los legisladores se dediquen a proteger a sus copartidarios en lugar de fiscalizar sus acciones. Seguiremos haciendo nuestro trabajo por responsabilidad con los lectores, no con el poder. Sépanlo de una vez, asumimos las consecuencias.