Opinión
No solo hay que ser, sino también parecer
¡Chuta, qué semanita la que termina! Los audios iban y venían como si fueran mensajes de Año Nuevo. No terminábamos de procesar uno, cuando casi de inmediato llegaba el otro, un poquito más cargado. Y los protagonistas, hombres fuertes del gobierno, se quedaban ‘turulatos’, con caras de ‘yo no fui’ ante la incredulidad de una sociedad hastiada de tanto escándalo.
Pero lo peor fue la guerra atroz que se armó en las filas de PAIS, un grupo que parecía demasiado monolítico e indestructible, casi como el Titanic, cuyo lema era ‘Ni Dios lo hunde’ y ya saben lo que pasó. Por lo pronto, el iceberg con el que choca el movimiento oficialista habla un ‘portuñol’ espeso, cargado de sospechosas revelaciones que amenazan con desbaratar la década ganada, en la que, al parecer, solo ganaron unos pocos negociando contratos con Odebrecht.
Y en todo esto, el vicepresidente Jorge Glas ha sido el más salpicado por esta onda expansiva, al punto que el mandatario Lenín Moreno lo dejó sin funciones, como si fuera ministro de la Felicidad, pero sin avión. El punto es que un ‘vice’ no solo debe serlo, sino también parecerlo, por lo que la sola sospecha lo pone contra la pared, y no por culpa de la ‘partidocracia’ o la ‘prensa corrupta’, como decía el exjefe.
La cercanía que aparentemente tenía con los brasileños, que han sabido ser bien sapos, y la bronca con Moreno lo puso en una posición demasiado incómoda, de la que no podrá salir sin una estrategia jurídica convincente.
Mientras el barco se hunde en un mar de intrigas, la gente hace milagros para sobrevivir.
¡Así estamos!